Me dolía la tripa y fui al médico, dice que los síntomas que muestro apuntan al páncreas. Me ha mandado ocho mil doscientas pastillas y unas trescientas veinticinco pruebas que comenzarán por el maldito análisis de sangre. Sinceramente estoy preocupada, pero me preocupé mucho más cuando al hablarle de otros síntomas que también me producían malestar me diagnosticó una gravísima Decepción Crónica. Yo no conocía esta enfermedad, pero el doctor dijo que era muy común: dolor de pecho, dificultad para respirar, ilusión descendiente, episodios de tristeza y rabia, ganas constantes de escapar y un sin fin de síntomas que parecía conocer muy bien.
Lo peor de todo esto es que como único remedio me recetó vivir el resto de mi vida.
Lo peor de todo esto es que como único remedio me recetó vivir el resto de mi vida.