Madrid me trae recuerdos. Unos gratos, otros no tanto.

Este fin de semana iba a ver, por primera vez desde hace cuatro años y en un intento de eliminar un mal sabor de boca, a alguien a quien amé. Entonces me dio por pensar en lo mucho que sufrí por su indiferencia o mejor dicho por su desmedido interés en lo que es el envoltorio de mi alma, es decir, mi cuerpo. Y después de analizar todos los puntos de nuestra “relación” y de cómo perdí mi trabajo por su culpa llegué a la siguiente conclusión: no me dio amor porque es incapaz de amar a alguien que no sea él mismo, me traicionó en el trabajo porque es tan poca cosa que todo le resulta una amenaza, abusó de mi confianza porque no tiene escrúpulos. Así que hoy soy capaz de ver que aquel ser destellante de inteligencia y cultura no era más que un disfraz para disimular su absoluta carencia de humanidad. De ahí que para él el amor se limite a historietas pseudoeróticas para excitar a ingenuas muchachas que le ven como un mentor y los sentimientos hacia su mujer el triunfo de haber conseguido a ésta ante el fracaso, según él, del que fue su mejor amigo.

Ahora no soy capaz de entender como fue que le amé, quizá sea porque hace cuatro años yo también era ingenua.

Finalmente regresé a mi casa sin darle la oportunidad de quitarme el amargor de su presencia en mi pasado y desde hoy ese ser ha dejado de existir para mí.

Descanse en paz.

14 comentarios:

Cati dijo...

Q descanse en paz.
Buenas noches y un besazo.

Anónimo dijo...

k se remueva en su "lecho de muerte" xDDDD no soy tan piadoso como vosotras por lo que se ve ;P

un cabron hijo de perra ;D

Anónimo dijo...

Esto es genial.

Saludos al tito Josef.

Anónimo dijo...

Noto un cierto aire enfermizo en todas estas declaraciones... me siento jodidamente identifiado con lo que escribes... pero veo también las críticas que me hago a mi mismo... victimismo gratuito y la razón de que nunca podremos cambiar lo que hay en el cerebro de los demás y sobretodo el como nos ven los demás...

Jefe dijo...

Que se joa viendo lo que perdio... aleeee, por cabronazo!!!!

AKSARAY dijo...

Uy , pues yo conozco a alguien igual...
Será que es ley de vida topar con alguien así.

Isthar dijo...

A eso lo llamo yo zanjar realmente una historia ;)

Juan de Dió dijo...

esos amores de bate de baseball...
*PLOG* ve e buscar tu cabeza a marte

chin dijo...

Sí señora, el muerto al hoyo y el vivo al boyo !

Marcelo Mendez dijo...

A veces es mejor enterrar a quien dice que te amó.. para amar a quien tal vez siga enterrado...

Negative dijo...

ya pasa, ya.

coco dijo...

Hay quien un día invade nuestra alma sin que nos enteremos. Nos engancha, nos envuelve, nos bloquea.
Pero más tarde, de repente, nos damos cuenta de que se ha cortado la cuerda que nos unía.
Pasamos años, días, noches, vidas; náufragos de sueños; y cuando, casi sin pensarlo, el hazar nos vuelve a encontrar, descubrimos que ni el loctite podría de nuevo pegarnos.
Ni el loctite, ni una caricia, ni un beso; que aún son más fuertes.
Ellos se lo pierden, por necios.

aus dijo...

nooo, que no descanse en paz... no es mi estilo; que bueno que murió a manos tuyas, es una delicia cometer esos asesinatos casi perfectos, ¿no?

Una hija de puta con clase dijo...

Y el muerto habló:


Porque me muero de algunas maneras (tranquila, no de la manera) y
porque voy a cerrar esta cuenta y a desaparecer, y con la previa
advertencia de que esa desaparición es voluntaria y por tanto obvia la
posibilidad querida (obvia la posibilidad, querida) de moverte hacia
mí he querido escribirte algunas cosas que estaban pendientes de un
café que ya nunca será.
A saber.

Vita vitae:

El mundo es un lugar sujeto a las dimensiones. Esto significa más de
lo que significa. Está sujeto a las dimensiones porque no es más que
un hecho natural, un accidente, polvo cósmico, materia, fenomenología.
Por tanto el mundo no es hermoso ni horrible, no es bueno ni malo, no
se sujeta a valoraciones y juicios humanos, sólo es, es todas esas
cosas y no es ninguna. Como dios. Como alguna gente. Una piedra
habitada por seres que cumplen un ciclo algunos de los cuales sufren
la maldición de la consciencia de sí mismos, hecho éste que no los
aleja lo más mínimo de una piedra como el mismo mundo. Y la vida,
querida, no es más que el tránsito que cada uno de esos seres cumple,
otro accidente, ni bueno ni malo, sólo un pedazo diminuto de tiempo
que, ese sí, no significa nada.
La gente que habita ese mundo y vive esa vida (la gente que munda ese
mundo) es en su mayor parte una forma de vida ridícula. Máscaras. La
gente, la gran mayoría, se coloca detrás de un arquetipo, se inscribe
en un modelo por demás televisado y "son" tanto con él y en él que al
cabo realmente no llegan a ser nunca otra cosa. Y casi todos lo
hacemos en mayor o menor medida. No conozco a nadie que no se
considere bueno, o (los menos) malo. Nadie que no se justifique ante
sí mismo. Escondidos detrás de la máscara. Tan pequeños además de ser
pequeños. Tan limitados a sobrevivir en mitad de una supervivencia
producto de la suma de todas sus máscaras. Y se engañan. Cómo se
engañan, para mirarse al espejo recién levantados sin vomitar.
Esa gran mayoría me da asco. No como juicio moral, simplemente como
sensación, me dan asco. Me repugnan. Me envenenan.

About me:

A pesar de lo que tú crees, querida, yo no soy malo. Ni bueno. A pesar
de lo que tú crees, yo sí me veo, no hay juez para mí más terrible que
yo mismo y hace mucho tiempo ya que soy incapaz de esconderme nada, de
engañarme a mí mismo. Eso no lo hace más fácil, yo sí hay mañanas en
las que le vomito al espejo. No soy tan egoísta como estoy seguro de
que piensas. Supón una gelatina sensible al ruido. Cada vez que algo
resuena en la distancia ella vibra, se estremece. Si un bajo sonase a
su lado se desharía en un montoncito de moléculas blandas y carnosas.
Algo así me habita por dentro, y algo así hay que protegerlo detrás de
una pared de plomo y de cemento. Enterrarlo en una sima de hormigón
armado. Porque tú, querida, que algo has entrevisto (punta de iceberg
lugar común et caetera) no puedes imaginar la dimensión de mi
sufrimiento. Hablo en general, hablo de mi historia. No puedes
concebir, ni por asomo, y tú no has tenido caminos de rosas, la
increíble longitud del dolor que es capaz de atravesarme asolándolo
todo, devastándome por dentro hasta dejarme muerto en vida y nada más.
Supongo que me culpas por la coraza. No eres la primera. No serás la
última. Te equivocas en parte, también protejo de él a los que me
rodean, su estallido es un Mäelstrom que arrastra sin que nada escape
y mis infiernos son muy fríos.
He sido bueno y he sido malo. Sin justificaciones. He causado dolor.
También he causado alegría y guardo en mi cofre enterrado en la playa
de Vailima más las felicidades causadas que las propias. Lo he dado
todo de tantas formas y tantas veces, y lo he perdido todo de tantas
formas y tantas veces. Inseguro hasta la patología como la gelatina de
antes, tantas veces he sido cruel. Extremo, buscando sentir (sentir,
sentido amplio) y regalando sentir (sentir, sentido amplio), que es lo
único que tenemos, he producido y me he producido daños incalculables.
Pero del mismo modo nadie que reconozca ha sido capaz de amar como yo
he amado. Y eso debería estar en alguna parte de la balanza, aunque si
te digo la verdad me la pela la balanza. Sólo cuando me dejo invadir
por una cierta tristeza y me siento solo chapoteo un rato en la
lástima de esa soledad. Mía. Provocada. Salvadora. Pero triste. Tú no
me conoces. Nadie lo hace. Nadie lo llegó a hacer.
Si alguien hubiese sabido (también sentido amplio) mi cabeza, creo que
habría caído fulminado. Siempre (porque yo, querida, en realidad soy
tonto) he querido pensar que eso mismo era extensible a los demás.
Pero los demás insisten en demostrarme todos los días que no es
cierto.

Sobre ti:

Te quise, a mi manera. A una que no te hacía tanto daño. En lo
concreto, y aunque sé que ni te lo crees ni te lo creerás (hecho que
como la balanza, en sí mismo y a estas alturas me la pela) nunca tuve
conocimiento de la película aquella con el amigo Marcos (que me ponía
a parir contigo y te ponía a parir conmigo) que terminó con el cierre
de Guadalajara. Cuando lo supe ya había sucedido. Nunca influí de
ninguna manera en que sucediera, e hice todo lo que estuvo en mi mano
para que aquella historia continuase. Nunca te follé sobre el
escritorio (valora tú si hubiera podido hacerlo) porque no quise
causarte ningún mal. Y cuando aquello terminó para ti para mí duró
apenas unas semanas más, que por cierto nunca me pagaron. Eso no
importa. Lo que tampoco importa pero te cuento es que nunca participé
de nada que fuese contra ti, porque te quería. A mi manera. A una que
no te hacía tanto daño y lo dije antes.
Me apoyé mucho en ti - tampoco tenía otro lugar donde apoyarme y de
haberlo tenido habría seguido eligiéndote - cuando mi mundo por
enésima vez se venía abajo. Esa es mi deuda contigo. Pero a veces me
avergüenzo de mí mismo y por esa razón tan pueril después me voy,
porque (también lo dije antes) yo sí vomito en ocasiones cuando me
miro al espejo. Pero soy así. Ni bueno ni malo, o ambas cosas. Y me
juzgo. Y me condeno. Y nadie salvo yo tiene ese puto derecho. De todos
modos tú comenzabas la vita nuova en Barna con un hombre al que
querías. Te deseé lo mejor, y te dejé seguir tu camino. Te aseguro que
permanecer a mi lado mucho tiempo contamina y la felicidad que yo vivo
es una llama: brilla con una luz intensa antes de desaparecer y
dejarnos a todos en la oscuridad helada. Siempre que puedo elijo no
regalarle a nadie el espanto, mi espanto.
Tú eres una mujer inteligente, sensible y hermosa. A pesar de todos
los lugares del horror por los que te toca caminar. Y caminarás bien
ese camino. Andarás bien esa andadura. De algún modo me recuerdas a
parte de mí, también por eso estás mejor expulsada. Serás más feliz. O
algo feliz. No me refiero a ahora, claro, me limito a suponer que yo
hablo (escribo) y tú me entiendes. O me intuyes. Al menos. Tampoco
importa.
Sin que llegues a creerlo te deseo suerte y plenitud.
Y lo que a mí se me niega. Y lo que me niego.

Peri Eduardós:

(Y él apreciaría la fina ironía de su título).

Vive en el error. ¿Por qué? Ni idea, es el tipo más inteligente que
conozco, pero supongo que no es muy listo. Capaz de desentrañar un
misterio matemático sin tener los instrumentos de ser matemático pero
incapaz de ver más allá de su nariz en tantas cosas.
Cuando llegó tuve miedo, cierto. Miedo porque quién sabe qué hacen de
uno los años y en quién pueden convertirte. Y miedo claro porque la
gelatina, you know. Pero nunca me fui por su causa. No tuvo
absolutamente nada que ver. Por razones que no vienen al caso entré el
otro día en su página (no había entrado desde que cerré mis
cocodrilos) y leí un poco, creo que él cree que seguía leyéndolo, que
participaba con otros nombres en su pequeño local blanco. No es
verdad. Nunca lo hice. Yo aprendí a caminar sin él y he seguido
caminando hasta ahora. Creo que él echaba de menos mis deditos de
entonces y no a mí. Creo que él quería (sentido ah tan amplio tanto)
mis letras tanto como no quería mi persona. Estúpido. Yo siempre fui
lo que escribía. Lo de fuera era la máscara. Creo que él me
consideraba egoísta y malvado, retorcido y venenoso. Eso no es
estúpido, eso sólo da pena, tanto con él para que supiera tan poco.
Nunca sabrá (como los demás) cuántas veces elegí ser el malo del
western en que vivíamos para facilitar las huidas. Cuánto más fácil es
cerrar una puerta pensando que lo de detrás sólo es basura. Pero en
aquellos entonces nuestros, geniales e inocentes de toda inocencia,
como los árboles, yo creí, ay, que lo sabía.
Y cuánto más cruel era siempre, en realidad, la pureza. Él siempre ha
vivido como si los demás no existieran, todo lo contrario que yo.
Antónimos en eso ambos hemos sido siempre, parece, dos paradojas, él
el amante del hombre que sin embargo no conoce al hombre, yo el
misántropo metido a salvador. Patético. Pero cuándo él es él, y
siempre procura serlo, no se hace una idea ni siquiera lejana del
dolor que provoca. Se explica y dice yo soy así entiéndeme, pero nadie
lo entiende, es distinto. Y no protege a nadie de su diferencia. Y
asola, querida. He visto muchas veces esos ojos asolados por la más
salvaje y demoledora incomprensión, los ojos que se enfrentaban a su
es que yo soy así y quizá no hayas comprendido lo que pasó entre
nosotros.
De todos modos a mí eso siempre me ha importado una mierda. Lo que no
puedo perdonar es que cuando la realidad la puta realidad me arrasó y
se lo llevó todo por delante, cuando conocí tan a fondo el infierno y
pasé semanas en las que comía, enfermo y solo, un café con leche al
día, el santo y puro se mantuvo en la prudente distancia.
C`est la vie. Tú, él, y yo, no somos mucho más que una mierda. Pero al
menos yo me miro en el espejo y me veo de verdad.

Por lo demás - y si de algo sé es de juicio lector - no ha
evolucionado nada, de hecho escribe algo peor de cómo escribía y no se
diferencia demasiado en demasiadas ocasiones de la lengua de una vaca
que lame corazones al tuntún. Entonces era bueno. Hoy sólo tiene la
virtud de no ser mediocre, sólo es malo. Ya, ya sé que no estás de
acuerdo.

Y en cuanto a ti, querida, te mando un fuerte abrazo, te deseo la
mejor de las singladuras y múltiples atraques felices y atracos
felices, de verdad. Me ayudaste mucho en su día y yo te quiero, a mi
manera. Una que no te hace tanto daño.

Y que sepas, Vanessa con dos eses, que la hija de puta tiene tanta
clase que escribe mejor que tú.

Good luck.

Post Scriptum:

a) Obviamente, este correo es exclusivamente entre tú y yo, si
quisiera escribir a alguien más lo haría solito.
b) Qué pasa, Cortázar también usaba expresiones en inglés.