El dolor de un “hasta pronto”

Tan sólo duele la soledad cuando él se sube al tren, a ese maldito tren que lo arrastra de mi vida para devolverlo a la suya propia.

No hace tanto era un enano que se acercaba a mí y de puntillas trataba de demostrarme lo mucho que había crecido porque casi llegaba hasta mi pecho. Ahora con más de un metro ochenta soy yo la que juega a eso con los tacones, entonces él me coge en brazos y me dice -¿ves que sí eres alta?-.


Es, posiblemente, el único hombre que me acepta tal cual soy, así le sirvo, mis manías no le molestan demasiado, tampoco si mis rizos están alborotados por la mañana y ni mucho menos que no me guste cocinar.

Es, posiblemente, el único hombre con quien, de cuando en cuando, soy capaz de compartir mi espacio.

Hasta pronto, hermano.

10 comentarios:

ybris dijo...

Los hermanos a veces son así.
Las únicas personas que nos aceptan como somos y con los que se puede compartir la intimidad.
Pena de despedidas.

Besos.

Joan Torres dijo...

MI HERMANO

Tú me pedías doctrina,
esa ingrata muestra
con la que al ejercer de maestros,
ofertamos nuestras insatisfacciones.

Entonces yo, hinchaba el pecho
como queriendo dar
cabida al corazón
plagado de recuerdos,
-experiencias inventadas,
arterias al fin y al cabo-
y disertando o ensartando
te propiciaba un sinfín
de recientes argumentos
(casi todos ellos insostenibles,
por otro lado).

Tu me pedías cigarrillos,
envoltorios de papel
rellenos de picardía,
espectadores de tercera fila
en el sagrado rito
con el que nos imponíamos,
ávidos de madurez,
el definitivo abandono
de la adolescencia inoportuna.

Entonces, vaciábamos
las cajetillas aferrándonos
a inestables esferas
que aprisionaban de frágil oro
nuestras confesiones.

Tú me pedías la complicidad
incorruptible de los aliados,
ese enorme esfuerzo de postrar,
con todo su arsenal a mis ejércitos,
ante las frágiles puertas del secreto.

¿Por qué será que todavía
cuando miro de acero, a los aviones,
parece que hubieran olvidado
rodear de anhelos la almohada?

Unknown dijo...

Vagabundeando en blogs de conocidos he caído aquí. Independientemente del tipo de crápula que somos -tú tienes clase, yo nací gilipollas- me ha gustado reconocerme en esencia.
Felicitaciones por el trabajo, el sitio está currado. Mi más sentida enhorabuena.

josejimenez dijo...

lindo

Anónimo dijo...

siempre vuelven :)

Ricardo dijo...

Los hermanos menores tienen esa gracia de regresar cuando menos te lo esperas, y te lo digo yo, que soy uno de ellos, ;)

Bohemio dijo...

la familia tiene la extraña costumbre, que aunque pases años,,, cuando se reunen, es como si solo huvieran pasado un par de dias,,,, alegrate:)

juan rafael dijo...

Vamos, vamos, que volverá...y de momento, nosotros estamos aquí.

FrAn dijo...

En mi caso soy yo el que esta lejos de casa, perdiendome ver crecer a mi hermano. Soy yo el que se aleja en un tren y los dejo allí en mi tierra viviendo una vida que es también mía pero que ahora tengo algo lejos...

Las despedidas son tristes pero siempre hacen gratos los reencuentros.

Saludos

Anónimo dijo...

Eso es irse?... dejar cosas atras con el antojo animoso de volver a asirlas mas adelante ?No... eso no es irse...
Irse... es dejar atras, con la esperanza de no volver... de no haber estado... no se... en realidad son solo 22 y ya me he ido de tantos lados, que prefiero aferrarme al sentido mas literal y crudo de la palabra.Irse es intentar hacerlo, mientras lo consigues...alabado sea por ello el onanismo, que es como la compañia aerea particular por escelencia.
cuidate hermanita(aunque no lo seas)