Estado civil: viuda

Pues sí mi Manolo se ha muerto. Después de tantos años juntos. El pobre no pudo resistirlo y se fue, pobre. La verdad me acuerdo mucho de él, era un buen hombre, gracias a mí, dicho sea de paso, pero lo era, que es lo importante al fin y al cabo. Nos conocimos siendo muy jóvenes. Aún recuerdo las pintas que tenía, y lo mucho que me costó que pareciera un hombre decente, pero es que mi Manolo era como un niño grande, porque era grande y gordo, no nos vamos a engañar, pero a mí me gustaba. Lo bien que se dormía en su panza.
Lo bueno de que se haya muerto es que no me acordaré de los malos momentos. Lo tendré idealizado hasta el día en que Dios tenga a bien llevarme con él, aunque me extraña que nos volvamos a ver, seguramente yo iré al cielo.
Ay mi Manolo, mi suegra siempre lo decía: -qué cariñoso es mi hijo- mientras yo me mordía la lengua para no responderle –no, cariñoso no, lo que es, es un mujeriego y lo será toda su santa vida-. Pero me callaba por prudente, era mi marido y ella su madre y le debía respeto aunque nunca le enseñara que la ropa sucia no se lava sola y aparece por arte magia en los armarios lavada y planchada. En fin, son esas pequeñas cosas que dan la sal y la pimienta al matrimonio. Como aquel día en el que descubrí un poco de carmín en el cuello de su camisa, qué disgusto, pero lo hablamos con naturalidad, como se deben hablar las cosas y él reconoció que fue un momento de debilidad, como tantos otros, y es que mi pobre Manolo era débil y no sabia decir “no”. Pero yo lo comprendía al fin y al cabo tenía que compensar su falta de masculinidad con el arte de su espada. Cómo manejaba la espada mi Manolo, claro que con tanto entrenamiento… Pero yo lo quería y le aceptaba. Además ya se sabe cuando Dios te quita algo te lo compensa por otro lado. Mi Manolo no era muy inteligente, pero follaba muy bien. Sí follaba, porque hacer el amor nunca supo, porque esas cosas nacen del alma y el pobre como no tenía.
Lo extraño mucho, pero me siento muy orgullosa, yo no fui para él una más. No, yo fui su mujer. Nunca hubiera soportado que me dejara y tener que vivir con eso, como todas las que hubo antes que yo. No no, a mí me respetó hasta su último momento, yo soy su viuda oficial, lo que no comprendo es porqué cada vez que viene a verme mi cuñada me manda saludos de mi Manolo. La pobre no asimila su muerte.

Uy se acabó la charla, ya está aquí el pesado de todas las tardes con la pastillita amarga y digo yo, que ¿no tendrá dinero para comprarse otra camisa? Siempre va de blanco, bueno como todo en este hotel, es que da mucha amplitud. Tendré que hablar con el director.

14 comentarios:

Eduardo Parra Istúriz dijo...

En una palabra: GENIAL

Isthar dijo...

Si es que en esta vida todo es cuestión de perspectivas personales ;)

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

No sé, todavía estoy decidiendo...
La próxima vez te lo digo, vale?
Un saludo.

Lunarroja dijo...

De lo mejorcito que he leído por la blogesfera esta...

PRU dijo...

ESPLÉNDIDO !!!

Danos más, anda...

Anónimo dijo...

te lo ha contado tu compañera de habitación?

Anónimo dijo...

leñe,ya estas de vuelta y yo me entero ahora...

jhuerta dijo...

Un buen relato, sí.

coco dijo...

En este mundo, nada es verdad o es mentira, todo depende del color de la pastilla con que se mira...
Besazo, donde tú quieras.

Anónimo dijo...

Te diré, lo bien que le quedarian unos estampados al chico de blanco =P

lady violet dijo...

lo triste e que hay quien vee las cosas de este manera...lo triste o su salvacion a veces...
Creo mas la segunda.
Adeu.
Viola.

Anónimo dijo...

El poder de la mujer reside en la pasión del hombre.

Negative dijo...

no me gusta leer cosas que podria leer en un libro de esos que venden en el fnac. pero si dicen que es bueno, lo será. lo es. pero no me gusta ;)

Cati dijo...

jajajaja, veo q no cambias, eso esta bien, no todo el mundo puede ser tan genuina como tu.
Un besazo.