La granjera nunca será lo que era,
mientras el francés sonríe del revés.
Vieja, tonta y fea ya no hay quien la vea.
¡Ay qué dolor! De algún sitio venía tan mal olor.
Ahora las cerdas no tienen lodazal y gruñen sin parar, necesitan un bozal.
Las gallinas no paran de cacarear, qué alguien les de un gallo al que agasajar.
Pobres perros, ya no tienen a quien servir, a algún sitio se tendrán que ir.
El pavo no tuvo mejor suerte, la granjera le dio muerte.
¡Ay qué alegría, que de allí me fui un día!
Expopress Arantxa Manterola