Al abrirlo he recordado el día en el que llegué aquí. Hace casi una década que me trajo y es que a pesar de que agotó todas las posibilidades de permitirme creer en él, me entrenó en el desamor y me enseñó el lugar en el que llorarlo de la mejor forma: sangrando por lo dedos.
Durante estos años este ha sido el lugar en el que te he contado y descontado más de un dolor, he compartido contigo verdades a enteras y anhelos maliciosos.
No voy a negarte que ahora me ruborizo al leerme en el pasado… Han pasado muchos años. Mucha vida. Aunque estuve a punto de perderla…
Fue el seis de mayo del dos mil nueve cuando un señor de bata blanca me contó que iba a perder el ala izquierda. Había llegado El Descanso de la Guerrera. Fueron días de miedo y angustia en los que una cajita de vida llena de razones para quedarme me salvó. Y me quedé…
Durante estos años he ido firmando permisos de vida temporales que he llenado de momentos inolvidables, aunque con la precaución de no hacer planes de futuro mas allá de lo “permitido”. Pero la vida ha encontrado el antídoto que la ciencia no ha sido capaz de crear: el amor. La única medicina que ha podido curarme.
Hace unos días que me concedieron el permiso de vida indefinido. Estoy viva, sana y curada y quería contártelo, porque siempre he pensado que quien comparte un problema también debe hacerlo con la solución.
Sé que la gente, mentalmente sana, que pase por aquí se alegrará de saber que esta batalla se puede ganar, como lo he hecho yo.
Gracias a todos los que habéis estado ahí y perdonad que no vuelva pero “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
No voy a negarte que ahora me ruborizo al leerme en el pasado… Han pasado muchos años. Mucha vida. Aunque estuve a punto de perderla…
Fue el seis de mayo del dos mil nueve cuando un señor de bata blanca me contó que iba a perder el ala izquierda. Había llegado El Descanso de la Guerrera. Fueron días de miedo y angustia en los que una cajita de vida llena de razones para quedarme me salvó. Y me quedé…
Durante estos años he ido firmando permisos de vida temporales que he llenado de momentos inolvidables, aunque con la precaución de no hacer planes de futuro mas allá de lo “permitido”. Pero la vida ha encontrado el antídoto que la ciencia no ha sido capaz de crear: el amor. La única medicina que ha podido curarme.
Hace unos días que me concedieron el permiso de vida indefinido. Estoy viva, sana y curada y quería contártelo, porque siempre he pensado que quien comparte un problema también debe hacerlo con la solución.
Sé que la gente, mentalmente sana, que pase por aquí se alegrará de saber que esta batalla se puede ganar, como lo he hecho yo.
Gracias a todos los que habéis estado ahí y perdonad que no vuelva pero “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver”.
6 comentarios:
Hasta siempre y gracias.
Hasta siempre y gracias.
Me alegra volver a saber de ti. Más de una vez durante estos meses me he preguntado qué habría sido de ti y hoy, al ver que había una nueva publicación en tu blog, me he alegrado mucho.
Me gustaba mucho cómo escribías.
Me alegro de que todo te vaya bien y más aún de que no escribas en tu blog.
Me ha alegrado mucho ver esta esta entrada. Recordé que había una hija de puta con mucha clase que me tenia enganchado, y aquí que me he llevado esta sorpresa.
Un gran regalo. Una buena despedida. Amarga, como los buenos licores: aprieta por dentro y dejan un magnifico sabor.
De verdad de la buena, me ha alegrado mucho lo que cuentas.
Y lo dice un seguidor mentalmente insano.
Abrazos y suerte.
Habia entrado varias veces sin explicarme tu cese sin despedida. Ahora si; todo está mejor, pero mucho mejor. Que te vaya onito. Te quiero.
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